Jorge Arturo Ruiz, un médico que por necesidad colgó su gabacha por la albañilería

Jorge Arturo Ruiz, un médico que por necesidad colgó su gabacha por la albañilería

El galeno solicita “al ministro de Salud, José Manuel Matheu, que me dé una oportunidad de trabajo, que yo sabré ayudar con esmero y dedicación a los hondureños desde el consultorio de un hospital público”.

Por: Allan Martínez

VILLANUEVA, CORTÉS. Un día juró con su mano izquierda elevada hacia el cielo, aliviar el dolor de aquellos que más lo necesitan, y por un momento lo logró, ayudando desde la primera línea en los hospitales a una población que caía presa de la terrible COVID-19, pero la vida y la poca oportunidad laboral para un profesional de la Medicina, hicieron que el doctor Jorge Arturo Ruiz, cambiara con mucha tristeza su estetoscopio por una cuchara de albañilería.

IMG-20230109-WA0027
Para el doctor Ruiz, que está a punto de cumplir 37 años el 21 de este mes, el haber dejado lo que con pasión por ocho años estudió en la universidad, no ha sido fácil, pero al no poder obtener una oportunidad de trabajo en algún centro asistencial y la desesperación de llevar alimento a su casa para apoyar a sus dos hijas, le hizo colgar su gabacha color blanco y aceptar el puesto de ayudante de albañilería en un proyecto habitacional.

Ahora el galeno repella las paredes de las viviendas y pega bloques aún con una sonrisa en su rostro y la fe puesta en un mejor futuro, y la convicción de que un día volverá a portar con mucho orgullo su bata y así contribuir con sus conocimientos a mejorar la salud de un pueblo cada día más enfermo.

Un equipo de Más Noticias Televisión (MNTV) entrevistó al galeno Ruiz, quien es originario del municipio de La Paz, La Paz, quien desde pequeño soñó con ser médico y ayudar a los necesitados, anhelo que logró al alcanzar al recibir el título de Médico General en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

IMG-20230109-WA0028
¿Cómo ha sido para usted haberse graduado de médico y ahora trabajar en la albañilería?

“Ha sido muy difícil la transición de dedicarme a mi profesión y a lo que realmente me esforcé por ser alguien en la vida, a estar desempeñando actualmente este puesto de trabajo (ayudante de albañil), no es fácil, mis respetos para los que se dedican a esto, desafortunadamente las circunstancias de la vida y las condiciones del país me han hecho trabajar de albañil (que no es ninguna deshonra) que me da para sobrevivir al menos”.

¿Cómo fue su infancia?

«Toda mi educación fue pública, me crié únicamente con mi abuela (Aidé Castillo) quien vive en La Paz, logré estudiar gracias al esfuerzo de mi mamá que emigró para Estados Unidos, gracias a las remesas pude estudiar en la escuela y colegio. También pude matricularme en la UNAH de Tegucigalpa. Mi infancia y adolescencia fue muy pacífica, muy sana, en aquel tiempo no existía el celular, ni Internet, ni siquiera había cable, jugábamos sanamente con los amigos del barrio. Nos reuníamos en la esquina a contar chistes».

¿Cómo era su vida ya en la universidad?

«Difícil, porque me tocó vivir en soledad en Tegucigalpa. Fue difícil, porque uno sueña que ya una vez graduado los problemas se resuelven, vas a conseguir trabajo, vas a ser de la clase media, una buena estabilidad laboral y económica y la realidad es otra».

¿Cuál es la realidad?

«Haberme graduado con mucho esfuerzo y estar en las condiciones que estoy trabajando de ayudante de albañil para poder sobrevivir. Gracias a la política del país no me permite competir con otras personas que tienen ‘cuello’ por un lugar y tener estabilidad laboral».

¿Cuando tiene el título de doctor en las manos, qué es lo primero que piensa?
IMG-20230109-WA0029
“Que voy a tener un buen trabajo y que voy a salir adelante. ¿y fue así? No, fue todo lo contrario, cuando me graduo y con mi título en la mano, tuve que esperar año y medio para que me dieran una oportunidad de trabajar, me dieron la oportunidad de trabajar en el Hospital Socorro de lo Alto, en Sula, Santa Bárbara, donde hacía un turno de 24 horas cada 15 días, era un seudotrabajo, me retiré y me salió otra chance en una clínica privada en Río Blanco, San Pedro Sula, trabajando 24 horas al día, los siete días de la semana, sin derecho a nada por un sueldo raquítico. Trabajé en el triaje de Villanueva, estuve ahí todo el 2021, pero cuando cierran el triaje, me quedé sin trabajo y desde esa fecha no encuentro en mi profesión una oportunidad laboral».

¿Le pagaron?

«Cada cuatro meses, pero me pagaban. Cuando recibía mi salario, yo me programaba que yo volvería a recibir pago dentro de cuatro meses, así era la condición, creo que actualmente no les han pagado a los médicos».

¿En este momento que tan difícil es su situación?

«Precaria, no me lo ha preguntado, pero si va a ver mi refrigeradora no tengo nada que comer, mi esposa compró los pañales para el bebé. En los últimos días, no he comido en mi trabajo, porque no tengo cómo llevar, no tengo zapatos ni ropa y otras cosas que quisiera».

¿Muchos piensan que graduarse de Medicina es sinónimo de dinero?

«Mi mamá y otros creen que yo tengo un auto, que tengo una casa, que vivo bien y que tengo dinero, pero la situación no es así, lo poco que gano me alcanza para comprar la comida para unos días».

¿Cómo hace para comprar la comida de su bebé?

«Nos ajustamos, porque mi esposa trabaja como operaria en una maquila y lo que gana es una miseria».

¿Qué le pide al ministro de Salud?

«Que me dé una oportunidad de trabajo, quiero un empleo, porque tengo la capacidad, el hecho que haya pasado mucho tiempo sin ejercer no implica que no tenga la capacidad, como muchas otras personas que son mediocres y yo conozco muchos que gracias al ‘cuello político’ están trabajando y cuando le preguntan por una dosis, medicamento o enfermedad no saben, no tienen ni idea de cómo se hacen las cosas. Es ahí donde me frustro e impotente, hasta el grado de querer pelearse con Dios, porque uno le reclama a Dios que ellos si tienen buen trabajo y uno que se mató estudiando para ser buen profesional para ayudar a la gente, no lo pueda tener».

¿En este momento que se le viene a la mente?

«Impotencia, he pensado emigrar a otro país, pero no lo hago, porque no tengo los recursos. Me gustaría irme para Alemania o Canadá, porque ellos están pidiendo médicos a gritos. En otros países hay más oportunidades que en tu propio país. Soy médico general y cirujano graduado en la UNAH, mi número de colegiación es 01-12514».

¿Cómo llega a trabajar como ayudante de albañil?

«Después de un año sin laborar, pasó un señor frente de mi casa y le pregunté que dónde trabajaba y me dijo que, en un proyecto de vivienda social, fui y llegué, me presenté ante el encargado, le pedí una oportunidad de trabajo y me dijo que si y así comencé a trabajar, no fue fácil, no ha sido sencillo, las manos se me han pelado, he realizado trabajos que jamás en mi vida pensé que iba a realizar. Ha sido muy sufrido y la verdad que le tengo respeto a las personas que han vivido toda su vida en esa labor, es muy matado y requiere mucho esfuerzo físico y la paga es muy mediocre».

¿Se imaginó alguna vez trabajando de albañil?

«Nunca, no me imaginé, no lo hice cuando era un cipote y peor ya siendo doctor. Pero la necesidad me tiene trabajando ahí, tengo cinco meses de trabajar y vamos aprendiendo nuevas cosas».

¿Qué le dicen los jefes?

«Me he mantenido en perfil bajo, no le he dicho a nadie que soy médico, simplemente llego y realizo el trabajo que me encomiendan y de regreso para mi casa. Solo dos personas saben mi secreto, hasta ahora y lo guardan».

¿Un trabajo con un salario digno es lo que solicita?

«Eso es lo que necesito, en cualquier lugar cercano a San Pedro Sula o cualquier municipio del departamento de Cortés».

¿Está urgido por ejercer su profesión?

«Es lo que tú sueñas, lo que te gusta hacer, quiero tener pacientes y ayudar a las personas, pero no tengo la oportunidad. Actualmente, he perdido 24 libras en estos cinco meses, desde que trabajo de albañil, mal comido y el salario pésimo».

Deja tu comentario