El usufructo del poder

El usufructo del poder

La concentración del poder, en particular del poder político, en el nivel que sea, ha sido una costumbre a través de los milenios de la historia de la humanidad hasta llegar en la transición de los siglos, el actual y el anterior, donde ha surgido una suerte de maniobras y supuestos librepensadores que proponen simplemente la subyugación de los pueblos, con previo ofrecimiento populista (valga la redundancia) de bienestar y prosperidad y que es cosa que no se cumple ni jamás se cumplirá.

   Todo ello se hace con notoria intensidad y profundidad con el arma del temor, con el condicionamiento del miedo donde nadie que se atreva a enderezar la cerviz porque inmediatamente será decapitado. Pero siempre, como todo, tiene su punto débil, basado en la teoría, la metodología autodestructiva dentro de sí, como un germen implosivo, la falta de base filosófica con doctrina plena de sofismas y falacias. El verdadero peligro es que la base de la horda, es despreciado lumpen visto desde las alturas del poder mismo, crea en esas falsedades y allí está asegurado el éxito de arribar y poseer, por medio del estómago vacío de la mayoría del “demos” (pueblo), para disfrutar plenamente y, si fuese posible, condicionar todo para que el usufructo sea disfrutado eternamente por el mismo líder, familia y descendientes.

   Eso es precisamente lo que estamos a punto de ver en Honduras, con todas esas maniobras y juegos de legalidad falsa (valga el juego de palabras) para llegar a esa perpetuidad, pasando por la impunidad de los delitos dizque políticos, con los apátridas que hablaron mal delante de la comunidad internacional en contra de su propio país, con los que se llevan los recursos olímpicamente en carretillas a vista y paciencia de todo mundo. Hoy se quiere tener concentrado todo el poder de las fuerzas coercitivas del crimen, es decir, el arsenal, el polvorín, en una sola persona para quién sabe qué propósitos, aunque es fácil deducir dado su propio discurso.

 

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