Urgencia de tener una justicia estable y creíble
La cooperación internacional aportó US$40 millones (L9,828 millones) para que hiciéramos un proceso de justicia contra los corruptos. Dinero que salió del trabajo, los impuestos y la vida de los ciudadanos de aquellos países donantes. El resultado que obtuvimos al “aplicar” esa gran cantidad de dinero fue de un único corrupto preso. ¿Podrá algún país mantener esa productividad de su sistema de justicia? ¿Resultó productivo el proceso que cumplimos para seleccionar y nombrar a nuestros jueces en el pasado reciente? Obviamente la respuesta es rotundamente negativa. Y, al ser así, debemos obligarnos a reformular ese proceso. A transformar la Ley que se aplica para cumplir ese proceso. Si el resultado es tan pobre, esto mismo nos indica que la solución NO es reformar algún artículo por allí de esa Ley. Los Jueces, y aún más, los Jueces Supremos como son los que llamamos Magistrados, deben tener un compromiso personal únicamente con los ciudadanos y la Ley que deben aplicar sabiamente. Solo un Estado que cumple la Ley estrictamente es un Estado que progresivamente irá recuperando la paz, la productividad y alcanzar el desarrollo. Si. Es que la economía también se vincula con un Estado que cumple sus Leyes y que sus Leyes se mantienen a través del tiempo aplicándose por igual a todos. Entonces los inversionistas podrán invertir sus capitales y sus iniciativas porque tendrán confianza que la Ley les protegerá por igual a ellos como a los individuos. Nuestras leyes deben recoger el ejemplo y la experiencia de países que evidencian contar con un sistema de justicia creíble, idóneo, estable y objetivo. Todo esto implica que un Estado es admirado, respetado y tiene credibilidad en el concierto de los Estados del mundo. Si mostramos respeto a nuestras leyes, ganaremos la credibilidad como para pedir ayuda a otros y recibirla sin duda. Ahora mismo sabemos que la corrupción ha sido un monstruo descomunal contra el cual fuimos a votar para intentar vencerla. Sin embargo, la corrupción no saldrá corriendo por su propia voluntad porque tiene importantes raíces. Necesitamos ayuda de los Estados y organizaciones internacionales que tienen mayor capacidad y experiencia que nosotros. Pero, tenemos que ofrecer una base de compromiso para que nos crean. Todos demandamos, con desesperación, que vengan a ayudarnos con una CICIH. Sin embargo, un organismo así viene a insertarse en la estructura legal del país. No puede funcionar en el vacío ni en la anarquía. Es por ello que debemos contar con una estructura de justicia que permita su funcionalidad. Si no contamos con ese requisito, lo más seguro, es que se negarán a venir a apoyarnos. Nadie deseará venir a suicidarse. Urge que podamos transparentar nuestra justicia. Que sea real y creíble. Que tenga la institucionalidad sostenible por sí misma. Que no sea susceptible a las voluntades de políticos, de empresarios, de delincuentes o de redes de corrupción. Las leyes y las personas que las hacen cumplir, deben ser sólidas, estables, imperturbables. Este debe ser el esfuerzo que el Congreso Nacional debe de cumplir inevitablemente y darse la urgencia y la sabiduría que demanda alguien que está por morirse.