En Honduras le estamos perdiendo la pista al COVID-19

En Honduras le estamos perdiendo la pista al COVID-19

Luego de dos años en pandemia por el SARS-CoV-2, el saldo es de 420,621 casos confirmados y al menos 10,871 fallecidos (las funerarias han dicho que el número es el doble de eso). Según los epidemiólogos, el factor de contagio para Honduras es al menos de 3.5 personas por cada caso diagnosticado. O sea que se han contagiado al menos un millón y medio de hondureños.

Según las estadísticas oficiales que pueden verse en https://bit.ly/3vWejfw, solo 5 de cada 10 hondureños mayores de 12 años tienen una dosis de la vacuna anticovid y solo 4 de cada 10 tienen dos dosis. Mientras, apenas 2 de cada 10 hondureños han recibido una dosis de refuerzo y solo 1 de cada 2 dosis de vacunas han sido compradas por el Estado. El tiempo pasa y la inmunidad por la vacuna se va desvaneciendo, mientras sigue la desaceleración en la aplicación y en la adquisición de más dosis en 2022.

Para colmo, desde febrero se ha visto un debilitamiento de la vigilancia epidemiológica. Los estudiosos, los medios y otros sectores han reclamado que se brinde más detalles sobre los datos de la pandemia en Honduras, porque se están brindando informes con menos frecuencia, con formatos cambiantes y con números más genéricos.

El país siempre ha tenido un alto subregistro de casos por la limitada cantidad de pruebas diagnósticas disponibles. Esta limitación es mayor actualmente. La variante común en estos meses ha sido Ómicron (BA.1), y aunque es más contagiosa, el aumento en el número de casos diagnosticados ha sido bajo. Se considera que esto se debe al poco acceso a tests RT-PCR y al hecho de que muchas pruebas rápidas de antígeno por hisopado realizadas en múltiples unidades de salud en el país no son reportadas obligatoriamente a la Secretaría de Salud.

Al no contar ahora con estadística específica de cada caso por sexo, edad y municipio, se le ha perdido el rastro al virus a nivel local. Por tanto, las intervenciones se han debilitado y se ha generado una percepción de que hemos vuelto a la normalidad. La fatiga pandémica, la menor severidad de los casos y la aparición de otros temas han ayudado a perder de vista la tendencia del covid-19 en el país.

Lastimosamente, las alarmas vuelven a sonar desde varios países de Europa, Asia y Oceanía, donde los casos han vuelto a aumentar, aunque con aparente menor mortalidad. Está por verse si estamos en ruta hacia la endemia, hacia tener al COVID-19 como una enfermedad común. Lo prudente es seguir la prevención y resistir hasta el final. Aunque la enfermedad es menos severa en su fase aguda, sigue produciendo secuelas crónicas en la menos la tercera parte de afectados. Cuando ocurren nuevas olas en otros continentes, la expansión hacia la región centroamericana ocurre algunas semanas después. Sería mejor no ser imprudentes.

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